viernes, 22 de julio de 2011

Causas externas del sufrimiento

Cuando uno se autoconsidera demasiado.
La autoconsideración desmedida proyectan energía wekufü (negativa para nuestro sistema interno) y actúa como "veneno"; entonces, los malos pensamientos, conductas agresivas y/o destructivas y odio hacia los demás pueden ser causados por:

Densidades

Todo aquello que decimos "no perdonar": las que consideramos malas experiencias; recuerdos doloros que se enquistan en nuestra mente.

Los pensamientos tristes, dolorosos o las quejas y reclamos generan un tipo de vibración densa, opaca.

Los llamados telones energéticos son un cúpula que se va formando desde la cabeza hasta la altura de los riñones alrededor del cuerpo; hacen que la persona se sienta mal, dan embotamiento, malestar en la visión, peso sobre los hombros, malestar de estómago.
Se forman por el bajo manejo de la energía en el que nos hemos acostumbrado a vivir; denominación actual: stress.

Larvas astrales

Pueden ser generadas por malas elecciones, como la traición, o el incumplimiento de promesas.
Las malas elecciones nos vampirizan. Hay larvas de ira, depresión, angustia, larvas sexuales, etc. Producen malestar, cansancio repentino, pesadez estomacal, en la espalda, muchos bostezos, lágrimas en los ojos, etc.

Entidades psicológicas

Se producen cuando generamos enemistad.
Pueden aparecer como sombras y tener olor fétido, a podrido, etc. También producen gran cansancio y pesadez, sobre todo en el lugar donde vive la persona.
Cualquiera de estas energías pueden producir dolores, contracturas, malestares diversos, opresión en el pecho, fatiga de varios días, tristeza, etc.

Ponerlos en comunión con la naturaleza nos ayuda a elevar las vibraciones y estar más dispuestos a la vida en general.

Tenemos varios niveles o dimensiones de pensamiento; esto ya se sabe desde muy antiguo. En el presente lo denominamos: Inconciente.
Los practicantes de la magia negra utilizan el llamado “bajo astral” para dominar y hacer daño. El bajo astral es una zona intangible, de un plano bajo de existencia, donde se mueven seres negros, entes también llamados ‘bajos astrales’ y que, al ser invocados, traen siempre dolor, malestar y sensaciones y sentimientos no deseados.
Pero también sucede que muchas veces, somos nosotros mismos quienes llamamos o atraemos, aunque sea sin darnos cuenta, a los seres oscuros del bajo astral. Les permitimos acercarse a nuestro plano conciente, contactarnos a través de nuestros sentimientos primitivos de odio, envidia, venganza o malestar, y que dirigimos hacia quien creemos que nos ha lastimado, o sentimos que nos molesta.

Estas entidades inconcientes y atávicas se pegan a las paredes de las casas y a nosotros mismos, por lo que es difícil desprenderse de ellos.

Por esa misma razón, ¡Cuidado antes de "abrir" la Caja de Pandora de nuestro inconciente!
Siempre es mejor llenarse de luz, vibrando en positivo y enviando esas ‘buenas vibraciones’ a los demás, ya que las ‘malas vibras’ siempre aportan negatividad.

Los sentimientos negativos como los odios, los miedos, la envidia, la ira, la depresión, etcétera, son los generadores de esa energía nociva, oscura y negativa que muchas veces se deposita en los hogares o en las comunidades, produciendo extraños fenómenos, hechos inusuales, accidentes.

La dimensión horrorosa abierta por el Proceso, por la guerrilla, por la colonización.

Una de estas dimensiones paralelas, la de mayor densidad y la más ‘baja’ es la que estimula y alienta los pensamientos destructivos; se las denomina 'bajo astral'.

Los muertos que piden VENGANZA.

Cuando hablamos de ‘bajos astrales’ o ‘seres negros’, estamos haciendo referencia a entidades espirituales de muy baja vibración energética que, debido a diversos motivos y a pesar de estar ya desencarnados, “conviven” a nuestro lado sin nosotros notarlo, precisamente porque hay pocos seres humanos que tengan la capacidad de verlos y percibirlos.

Y en no pocas ocasiones, uno de estos ‘bajos astrales’ se ‘enquista’ a la espalda de una persona y comienza a tratar de perjudicarla a través de sus vicios y debilidades, ya sean éstas de índole adictivo (drogas, alcohol, tabaco, sexo) o afectivas (celos, envidia, desconfianza)… A esta acción del ‘bajo astral’ se la llama también ‘contagio’ y es una de las formas conocidas de posesión.

Por tanto, quien tiene alguna de estas debilidades o vicios, el ‘bajo astral’ se las aumenta hasta límites elevados, hasta el punto en que a esas personas contagiadas les comienza a resultar imposible la convivencia con su entorno, ya sea laboral o familiar. Pero también puede ocurrir que ese ‘contagio’ ocurra en personas que estén libres de las antes citadas debilidades.
En estos casos, y a causa de las malas energías que emiten dichas entidades, una situación de vida que hasta ese momento era normal, comienza a tener inconvenientes y complicaciones que la persona afectada no sabe con certeza de dónde provienen. Debemos entonces protegernos de estas agresiones que, pese a ser invisibles e imperceptibles, en muchos casos pueden cambiar peligrosamente la vida de muchísimas personas.

Obsesiones e impregnaciones

La obsesión espiritual es otra de las formas de posesión que se conocen, y es algo más intensa -y por ende también más dañina y perjudicial- que la denominada ‘contagio’ o ‘enquistamiento’.

Se produce cuando un ‘bajo astral’ se ‘pega’ a una persona con fines altamente negativos, y ésta pasa a ser y estar inmediatamente “obsesionada”, por causa de estas negativas entidades espirituales.

En estos casos, suelen producirse fuertes dolores de cabeza, contracturas y hasta dolores de espalda y/o cervicales; y puede ocurrir también que surjan pensamientos destructivos que lleven a un individuo a un comportamiento extraño y agresivo, contra los demás o contra sí mismo, y sin ningún motivo aparente.

Cuando esto ocurre, debe realizarse un proceso de “desobsesión” y quien lo lleve a cabo debe conocer bien el trato que dar al “obsesor”, es decir, al bajo astral o ente oscuro.

Hay que indicar claramente y recalcar que estos casos son auténticos casos de ‘posesión’ y que por tanto, para resolverlos hace falta y es necesario un completo exorcismo, en una de las modalidades que existen de dicho ritual.

Hay distintos tipos de “obsesiones”, pero para todos ellos existen soluciones, y la persona, una vez exorcizada y liberada, recupera rápidamente su estabilidad emocional y física.

Es muy importante solucionar estos casos lo antes posible, pues de lo contrario, cuando se pasan los límites tolerables, el individuo o persona afectada puede llegar rápidamente a padecer esquizofrenia.

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