Se denomina "nocheros" a los 'brujos', los instruidos en cuestiones ocultas, los que discurren por la noche.
En Chiloé está la Casa Grande o Cueva de Quicaví, vigilada su entrada-salida por el Imbunche, ser humano que se sostiene en un pie y el otro lo lleva pegado a la espalda; por esta causa, anda a saltitos. Tiene los brazos torcidos y la cara vuelta hacia atrás. Las orejas, la boca, las narices y los dedos también son torcidos. No habla, bala como un chivato, pero en una forma extraordinaria.
Esta cueva es señalada como el lugar donde se cumplen las reuniones importantes de los brujos, llamados también nocheros, calcus o pelapechos. También se dice que es el "lugar interior" donde vive el Rey de los Brujos.
El conocimiento de los brujos daba comienzo en la infancia con pruebas crueles, como un baño en una catarata durante cuarenta noches consecutivas, en que el iniciado deja caer el chorro principal sobre su cabeza permaneciendo inmóvil, o su estadía también durante cuarenta días con sus noches en el interior profundo de la Cueva de Quicaví donde debía ver cara a cara a los habitantes del mundo oculto y, si resistía, adquiría el poder para transformarse en animal mamífero o ave según su conveniencia, así como el conocimiento para volar e iluminarse.
También al interior de la caverna el iniciado aprende el Calcushugun, "el hablar del brujo", conjuros y recitaciones que utiliza en sus actos y cuya combinación de sonidos sólo él conoce. Se dice que la única vez en que el Rey de los Brujos abandona su reino interior es cuando se detiene en el puerto de Quicaví el buque fantasma llamado Caleuche, que según la tradición es un barco tripulado por brujos y adivinos a los que acompañan las bestias auxiliares, aquellos que han perdido su memoria, más las almas de los marinos muertos en sus trabajos de pesca o en funciones de guerra. Se asegura que esta nave, que solamente navega de noche, parece un barco de fuego y se desplaza elevada de la superficie aunque también puede navegar bajo las aguas. La tradición oral transmite que el Caleuche solamente detiene su marcha en tres puertos: Llicaldad y Trentrén sobre la costa en la zona de Castro, y en Quicaví, donde el Monarca de los Brujos suele abordarlo para visitar en el barco fantástico las ciudades establecidas en el fondo del mar y aún más abajo de las aguas "donde la tradición ubica un misterioso reino interior", según afirma Oreste Plath.
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