Los pillán son fuerzas espirituales que motivan y alientan las acciones colectivas dentro del pueblo mapuche.
El Pillán protege y defiende a los mapuches, por ello se hacen guillatunes o rogativos al pillán, para que beneficie al pueblo y para agradecerle por lo recibido. El hombre mapuche puede convertirse en un pillán si se inmoló como un héroe, si tuvo una gran descendencia que lo recuerde y que honre su memoria, y si en vida siguió las tradiciones y leyes del Admapu.
Si es mujer puede llegar a convertirse en una wangulén.
A través de los pillanes y wangulén, no hay una separación neta entre el espíritu divino y los seres humanos; no solamente porque los segundos han sido en sus orígenes engendrados por los primeros, sino porque también pueden ellos mismos convertirse en pillán o wangulén.
Estos espíritus tutelares también castigan -o permiten a los wekufe castigar- con la sequía o las inundaciones, los terremotos, las enfermedades.
A los pillanes se les relaciona con los volcanes y montañas, por ello las erupciones volcánicas son atribuídas a la furia del pillán, aunque verdaderamente los dueños de los volcanes, según la voluntad del Pu-am, serían los Ngen-winkul.
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