Arqueólogos chinos afirman que los vestigios históricos hallados en la meseta de Qinghai-Tíbet prueban la existencia de asentamientos humanos en la zona con, al menos, 30.000 años de antigüedad.
Para la cosmogonía tibetana tradicional el mundo fue creado por los dioses celestes Phya, imaginados como provenientes de las montañas del cielo.
Algunos de aquellos dioses descendieron a la tierra, creando aquí a los animales, las plantas y, también a los seres humanos.
Aquella época paradisíaca, cuando los hombres vivían cerca de los dioses, habría durado 10.000 años.
Un demonio, encerrado bajo el noveno nivel subterráneo, logra escapar y esparcir el mal sobre la tierra.
Los dioses se retiraron al cielo y el mundo siguió degenerando durante cientos de miles de años. Pero algunos hombres practican todavía las costumbres, a la espera del fin de la Era de las Impiedades, que habría de dar paso a un mundo nuevo. Entonces reaparecerán los dioses y el orden sobre la tierra.
Aquellos que cumplen con las costumbres se visten de azul y se engalanan con adornos de plata para ser vistos por las Entidades Superiores.
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